miércoles, 25 de noviembre de 2009

martes, 24 de noviembre de 2009




1965: La revolución de la minifalda

Cuando el modisto André Courréges presentó su colección de primavera-verano en el invierno de 1965, sabía que su carrera iba por buen camino. «Cada vez que he hecho algo moderno, con amor y entusiasmo, se me ha criticado. Ya tengo bastante», comentó. Aun así, Courréges hizo desfilar a docenas de modelos con botas blancas, vestidos angulares y minifaldas (una prenda nueva, diez centímetros por encima de la rodilla). El público quedó en silencio pero, cuando terminó el desfile, Courréges había mostrado no sólo una moda nueva sino también la mujer que la llevaría.
Al otro lado del canal, en Inglaterra, Mary Quant, una joven diseñadora propietaria de una tienda, había diseñado su propia minifalda, más corta que la de Courréges. El largo de falda de Mary Quant era totalmente novedoso y también la clientela de su tienda de Londres, Bazaar: Quant atendía a mujeres «reales», no a una elite social. Sus creaciones fueron tan populares que Bazaar se quedaba constantemente sin stock. Quant, que entonces tenía 21 años, compraba género nuevo cada mañana, cosía todo el día y por la noche había vendido toda su ropa. Pronto se hizo célebre por la «democratización de la moda» y fue apodada «Courréges de la clase obrera». A fines de año, la revolución de la moda completó su círculo:
Courréges, como si se hubiera dejado influir por una máxima de Mary Quant («Los modistos, incluso los parisinos, confirmarán mañana el prét-á-porter de hoy») se dedicó a fabricar vestidos asequibles para cualquiera en vez de coser ropa a medida para los ricos. «Quiero que cualquier mujer pueda llevar un
Courréges», dijo. La minifalda, barata y atractiva, estaba al alcance de cualquier mujer que se atreviera a llevarla. Lo hicieron millones, desde las muchachas corrientes a famosas tan distintas como Gloria Steinem y Biigitte Bardot.
La década del ‘60 ha sido uno de los períodos de renovación cultural más importantes del siglo XX. Los hábitos, las estéticas, los gustos, las tendencias creadas durante el período han incidido hasta nuestros días .

1961: La dieta

La equivalencia cultural entre la belleza femenina y delgadez y el fracaso crónico del ama de casa de 37 años para estar delgada convergieron en 1961, dando lugar a lo que se convertiría en un negocio multimillonario. Cuando le preguntaron para cuándo esperaba el niño, Jean Nidetch, que pesaba 97 kilos y siempre estaba a dieta, decidió perder peso definitivamente. Fue a una clínica de adelgazamiento subvencionada por el Departamento de Sanidad de Nueva York, pero consideró que el régimen era demasiado estricto. Con la esperanza de que el apoyo mutuo podría cambiar su suerte, invitó a seis amigas para que la acompañaran.
Un año después había adelgazado más de 30 kilos y difundía su método por toda la ciudad. En 1963, Nidetch y dos socias, aprovechando la moda de las dietas y de la buena forma física, fundaron la Weight Watchers International.
La fórmula de Nidetch era simple: una dieta compuesta por proteínas pobres en grasas y abundancia de fruta y verdura, reuniones semanales para mantener la moral dirigidas por graduados y cuotas de socio baratas. Su fórmula alcanzó un gran éxito: en 1968 la Weight Watchers tenía 87 franquicias en Estados Unidos. En los años setenta la compañía había sido adquirida por la Heinz, una corporación alimentaria gigante, y en los noventa había clubes Weight Watchers en 24 países, así como numerosos imitadores en todo el mundo.

1960: Nace el twist

El baile que hizo furor en 1960 encarnó a dos de las cualidades que hicieron revolucionaria a la década. Anunciando una etapa de individualismo desenfrenado, el twist podía bailarse sin pareja. Se basaba en un movimiento de pelvis apoyado en una cadera que desafiaba cualquier decoro tradicional.
Inventado en 1959 por jóvenes negros que bailaban una canción de rock ‘ti’ roll de Hank Ballard, el twist fue popularizado por Chubby Checker y adoptado por los adolescentes blancos tras verlo cantar y bailar su versión.
El disco de Checker, peor cantado que el de Ballard pero más frenético, alcanzó los primeros puestos de las listas de éxitos en Estados Unidos. La canción volvió a ser número uno al año siguiente, cuando el twist se puso de moda entre los adultos.
El twist tuvo varias versiones: el twistpeppennint (llamado así por el Peppermint Lounge de Manhattan, donde iban a bailar estrellas como Liz Taylor y Richard Burton), el «puré de papa» y el «frug», entre otros. Estos bailes pronto acompañaron a la beatlemanía y animaron discotecas, que enfatizaban más la música grabada que las actuaciones en vivo en todo el mundo.
Años más tarde, el twist evolucionó aún más, cuando los bailes sin nombre y de movimientos informales se pusieron de moda de acuerdo con el movimiento hippie, que acabó con todos los pasos estandarizados.

Contexto decada del 60'

domingo, 22 de noviembre de 2009